Es preferible no llevar calcetines.
Puede, pero es agradable la sensación de cuando abrazan los pies que han caminado descalzos sobre un ya no tan templado suelo.
Es preferible el caos horario.
Puede, pero la agenda ordenada y rutinaria de actividades
extraescolares nos ancla y acabamos necesitándola como los niños necesitan
padres que les pongan normas a las que saber atenerse.
Es preferible el verano.
Puede, pero igual que somos necesarios los feos y los
últimos para que existan los guapos y los primeros, es necesario el invierno.
Es necesario septiembre con sus corticoles, octubre con su deprimente cambio de
hora, noviembre y su lluvia, diciembre y la navidad, enero y su cuesta, febrero
y su veintitrés, marzo y su esperanzador cambio de hora, abril y su semana
santa y mayo y sus camisetas blancas de tirantes, y sus primeras playas. Son
necesarios para que deseemos tanto el verano, para que tengamos algo a lo que
preferirlo.
Es necesario el ciclo, si no, no apreciaríamos lo que viene
y lo que se va y la vida sería un monótono y aburrido verano.
Disfrutemos de esta melancólica despedida y de la espera hasta
la nueva eufórica bienvenida y, mientras tanto, gocemos del abrazo de
calcetines y chaquetas, de la calefacción, del turrón y del arrós brut.
A vivir.
*Los actores de la foto que encabeza la entrada son Jim Carrey y Kate Winslet y la imagen pertenece a "Eternal sunshine of the spotless mind", una película de trágico e intenso amor que me marcó y que transmite en muchos momentos, entre otras cosas, el sufrimiento del frío en el invierno y el placer del amor al calor interior mientras fuera hiela.