Si nos aseguráramos de que el sujeto que está delante del verbo necesitar es verdaderamente "yo".
Si exploráramos algún camino más que el que nos enseñan y, si al ver que el que nos hace feliz es poco transitado o incluso no lo ha escogido nadie, nos diera igual lo que dicen los de las autopistas y no permitiéramos que eso nos robara ni un pedacito de esa felicidad.
Si nos enseñaran desde niños lo natural que es amarnos a nosotros mismos porque somos maravillosos, y que así somos todos. Entonces surtiría espontáneo, habiendo besado ya infinito cada milímetro del espejo, mirar sólo hacia los demás.
Si al hablar lo hiciéramos siempre como si fuera a ese espejo.
Si nos diésemos cuenta de que mi manera de ser feliz no tiene por qué ser la de los otros y pudiésemos tolerarlo.
Yo, de esto último, me doy cuenta así que, quizás, olvidad todo lo escrito.
... o quizá en unos años, cuando hayamos conseguido hacernos el uno al otro, seamos mejores personas.
ResponderEliminarOh, hola anónimo, ¿quién eres?
ResponderEliminarUno que no estaba el año pasado. Que ni es alemán, ni andaluz, ni norteamericano... y se le entiende lo que habla! :)
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ResponderEliminarOstras... Tengo dos candidatos pero apostaría por el señor de Burgos ;-)
ResponderEliminarPista fácil: las relaciones humanas se parecen a las cenas de amigos: si todo el mundo asume sólo lo que le corresponde, como mínimo faltará la propina.
ResponderEliminarClarooo...ahora que sé quién eres cuadra perfectamente tu primer comentario,¡¡gracias Guillermo!!
ResponderEliminarLeerte es sentir que mi alma podría haber expresado idéntica "declaración", y para mí es un auténtico privilegio tener la fortuna de "rozarte" algún diita que otro, aunque sea a ratitos y con la excusa de alguna ambulancia je je...
EliminarGracias por compartir y contribuir a "reconocernos".