martes, 23 de noviembre de 2010

A la altura de tus pies.



Podría hacerse en coche, o como mínimo en bicicleta, pero no sería lo mismo, no tendrías la sensación de que has sido tú, sólo tú, sin necesidad de elemento externo alguno, sólo con tu esfuerzo, el que te ha llevado a ver, a la altura de tus pies, los sitios por los que viajas.

Tienes que viajar, sí, y alojarte en algún sitio. Y si no vas de vacaciones, o si vas de vacaciones, pero con familia, habrá mil cosas que te mantendrán ocupado durante el día, por eso tienes que levantarte pronto, pero así ves la cosas al amanecer. Llevarán años allí, pero ese día las estrenas tú.



Y te ganas por sorpresa el regalo de ver Santa María del Naranjo (arriba) o San Miguel de Lillo (abajo).




Y llegas a la cima del monte Naranco y te abraza el Cristo de la cima y, por un momento, Oviedo entero visto desde allí es solo tuyo.



Y aunque sólo vayas a llegar a una ciudad para coger un vuelo, quizá esa mañana se celebre allí una carrera, quizá, con suerte, la más popular de dicha ciudad, y ya si nos ponemos, imagínate que te hacen una foto y te entrevistan porque vienes de muy lejos y andas por allí...

Foto y entrevista en el diario DEIA de Bilbao el día de la celebración de la Herri Krosa (carrera popular de diez kilómetros), ver página con el número 10.

Y te ganas el premio de ver Bilbao en menos de 47 minutos en una marea blanca de corredores populares, por fin ves San Mamés, y el Guggenheim, todo a tu ritmo. Te hace gracia escuchar el "epa", "apa", "aurrera" e  incluso un "enga aitá" entre corredores en vez del "ánimo" y el "vamos" acostumbrado.

Y aunque alguien no se lo pueda creer, casi no llovió.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Te cambia la vida.





La semana pasada fui dos veces a comprar al supermercado. Tenemos la suerte de vivir al lado de uno y poder hacer varias compras pequeñas a la semana. En otros tiempos vivíamos lejos y teníamos que ir a una gran superficie a hacer una gran compra cada quince días, es una opción que nos gusta menos, pero aquellas otras casas tenían otras ventajas.


 También acabé el entrenamiento para la maratón.


 Este fin de semana tocaba ir a Zaragoza. Hay que ir a ver a la familia, ya se sabe. Puesta al día, comentario con mi hermana de lo bien que seguimos viendo a mis padres, de cómo van nuestros hijos...


 Hice la maratón.


 Esta semana he vuelto a trabajar, aún quedaban pacientes de antes de irme y las mismas neuras de algunos compañeros, el jefe seguía ahí (gracias a Dios, la verdad es que me gusta mi jefe), por las tardes hemos hecho ya unos cuantos recados: ir a ver listas de admitidos para los cursos de nuestra hija, arreglar un par de puertas en casa...


 Hoy en la ferretería estaba puesto no sé qué canal de vídeos musicales, ponían ese de Shakira y Nadal



 Dicen que correr una maratón te convierte en un hombre diferente. No lo sé, puede, pero el mercadona, los pacientes, la ferreteria... siguen ahí. 


 Y Shakira sigue sin llamar.








lunes, 8 de noviembre de 2010

Inevitable





Qué pronto se acostumbra uno a lo bueno. Sólo hace tres años que pareces normal y ya te crees que realmente lo eres, hasta te piensas que puedes esquivar la emoción, permanecer frío, insensible.

 Hace tiempo que descubriste el placer de responder "sin novedad en el frente" cuando te preguntan por tu vida, a sabiendas de que ya sólo preguntan por tus hijos, tu trabajo y  tu afición: correr. Por eso cuando quieres ampliar un poco tu explicación esos son los tres apartados que nombras: la familia bien, el trabajo muy divertido (aquí haces una pausa y resaltas lo afortunado que eres de pasártelo haciendo algo por lo que, además, te pagan), y  "bueno, ya sabes, corriendo todo lo que puedo, que es poco y lento, pero me lo paso muy bien y me encanta la gente de ese ambiente".

 Por todo ello crees que servirá la táctica que has utilizado para no dejarte llevar por los nervios y la emoción al afrontar tu primera maratón, has decidido que parezca que estás un poco nervioso, incluso dejar que se asomen esos nervios cuando comentas la jugada y sale a relucir la palabra, pero te has concienciado de que en realidad lo que vas a intentar es correr durante cuarenta y dos kilómetros seguidos. Has suprimido de tu cabeza el término "maratón" y toda la carga sentimental, histórica y emocional que eso conlleva, así todo permanecerá en su sitio equilibrado y eso te permitirá correr, sonreír y no pensar, no recordar y, sobre todo, no rememorar.

Todo bajo control, has dormido toda la noche como un bebé. Te sorprende estar tan tranquilo: "Qué curioso -piensas- voy a intentar correr una distancia que no he corrido nunca y no me he acordado de ello en toda la noche, ni siquiera puse tres despertadores, ni recé un padre nuestro a las almas del purgatorio para que me despertaran en caso de que estos fallaran". Te has duchado. Habías planeado afeitarte, pero de puro "tranqui" y despreocupado al final no lo has hecho. La ropa es la de siempre para correr, con un poco más de abrigo, que ya refresca y esta carrera es en Zaragoza. Tu acompañante en esta aventura llega puntual, desayunáis y os vais para allá. La pirámide de copas de champán sigue reposando sobre la mesa sin el más mínimo tintineo ni la más mínima vibración, parece un roble centenario enraizado en mitad de un bosque... pero conforme te acercas al paseo de la Independencia, la calle de tu ciudad natal en la que más cosas pasan, en la que más cosas has vivido, por la que siempre es obligado transitar, vas viendo que, de nuevo, está ocupada por algo, y sabes muy bien por qué. Esta vez no es un concierto ni una manifestación, esta vez no vas de espectador. El arco de meta, las vallas, el cartel en el que está escrita la palabra bien grande... vas allí a correr tu primera MARATÓN. Y te das cuenta de que, sin querer, la palabra se ha escapado de la jaula que le habías fabricado en tu subconsciente y ha saltado a primera plana, y lo que es peor, ha dejado la puerta abierta y han salido todas esas cosas que hacía tres años estaban allí guardadas, con la máxima responsable a la cabeza... la enfermedad. Y la maratón y la enfermedad se miran extrañadas, y como son antítesis hay un amago de pelea, que se queda en amago porque la maratón, casi sin querer, ha aplastado a la enfermedad, y mientras asistes atónito a esa escena comienza a sonar en los altavoces del tinglado las primeras notas de Salir corriendo , y aunque intentas comentar lo bien escogida que está la canción para el momento ya no puedes porque no sale la voz, la respiración es demasiado rápida y el corazón martillea demasiado fuerte, hasta hacer daño, y con un gesto de disculpa, mientras agarras el brazo a tu acompañante... rompes a llorar.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Barra de tareas




Tengo que preparar una pequeña presentación que hago en el congreso nacional de medicina interna el tercer fin de semana de noviembre en Oviedo.

Tengo que acabar de preparar la segunda charla a la asociación de enfermos de crohn y colitis ulcerosa de Menorca que creía que daría este fin de semana pero que al final retrasamos a febrero.

Tengo que acabar mi plan de entrenamiento para la maratón que corro el fin de semana que viene en Zaragoza.

Tengo que repasar la charla que doy el sábado veinte de noviembre en Santander a la asociación de crohn y colitis ulcerosa de Cantabria.

Tengo que ver a mis pacientes, tengo que estar con mi familia, tengo que leer los blogs que sigo y el foro de @tletas de baleares, y quizá alguna cosa más.,

Tengo y quiero, y por eso tengo tiempo, porque quiero tenerlo.

No tengo, ni quiero, ver la tele, comprar "cosas", ni discutir con nadie. No tengo, ni quiero odiar nada, las energías las utilizaré en otras cosas.

Y si acaso, mientras me traslado entre un sitio y otro oiré la radio (me confieso fan de RNE 1 y RNE 5) y leeré un poco (tengo aún sin abrir "Vol de nit", de Saint Exupery, regalado por un buen amigo).

Tenía que escribiros algo en el blog, me apetecía porque me encanta cuando me contestáis.

Un día de estos reflexionaré sobre qué defecto o pecado cometo alimentándome de vosotros.

Perdonad este exabrupto.