miércoles, 27 de octubre de 2010

De boomerangs y cuervos




¿Saben aquel que diu…como se llama un boomerang que lo tiras y no vuelve?

Palo.

Es que hoy voy a hablar de boomerangs y me sé dos chistes sobre boomerangs y ya que estamos, los cuento (sí, son muy malos).

-         Pero oiga, que no estamos en Australia, ¿de qué me habla?
-         Que sí, hombre, que sí, metafóricos si quiere, pero fíjese: verá que usted tira a veces cosas al aire, pensando que son palos y le darán a otro y resulta que era un boomerang y te vuelve y te da en la cabeza.

Piensa en tu trabajo, yo con los años he aprendido a detectarlos y si no estoy muy seguro no los tiro, que sé que vuelven. Los elaboro mejor hasta que sé que son palos y si vuelven no me darán y no me harán daño. Seguro que en tu trabajo lanzas cosas. Si eres periodista lanzas reportajes, si eres entrenador lanzas gente a hacer pruebas deportivas, si eres policía lanzas gente a la carcel o a la libertad, puedes lanzar informes, casos, información, ventas… lanzas cosas.

Te habrás dado cuenta de que a veces no lo haces bien y lanzas algo con serias dudas de si lo has tirado donde debes, o como debes o… no lo sabes, pero dudas. Ese es un boomerang, seguramente tu duda es una premonición y ese caso, ese informe, esa informacion, esa venta… tarde o temprano vuelve y te da en la cabeza porque no estaba bien hecha.

Cria cuervos y te sacarán los ojos.

Yo no estoy criando un cuervo, estoy criando un boomerang. Supongo que os pasará a muchos padres, pero cuando un niño te repite una frase que tú has utilizado para educarlo no te queda más remedio que hacer lo que te dice. Las enseñanzas que tenemos por buenas para educar a nuestros hijos son boomerangs, y está bien que lo sean. Hace tiempo que no puedo rendirme de nada a la primera y que no puedo dejar nada de comida en el plato…

¿Sabéis cuál es el problema de comprar un boomerang nuevo? Que cómo demonios te deshaces del viejo.,


domingo, 17 de octubre de 2010

Va por usted.




Hay quien dice que los viajes no comienzan cuando llegas al destino sino cuando empiezas a prepararlo, y yo le doy la razón, y añado que donde yo vivo las carreras empiezan cuando el moderador de nuestro foro las anuncia como tema.

Hay quien dice que en la crónica de una carrera no hay que hablar de tiempos, y yo le doy la razón así que no lo haré, pero si diré que para afrontar una maratón el mejor ánimo que puedes tener es haber batido consecutivamente en dos semanas, y a tres de su celebración, tus marcas personales en diez kilómetros y media maratón.

Hay quien decía en los ochenta: "Solo no puedes, con amigos sí", y yo le doy la razón, de qué si no haber logrado lo que acabo de contar y atreverme con la distancia de Filípides.

Hay quien dice que en una crónica deportiva tienes que buscar el elemento diferenciador de tu carrera con la de los demás, que hablar de sensaciones, kilómetros y tiempos no le interesa ni a tu esposa, ni a tu madre siquiera, ese que lo dice es un marchador medio loco y gruñón que también es periodista y por algo lo es, el azote de los recortadores, el del humor inglés, y en eso que dice le doy la razón. Pues bien, ese loco marchador, además, hoy me ha escrito la crónica: cuando lo hemos adelantado, el grupo que íbamos hemos bromeado en alto para que lo oyeran todos los que nos rodeaban diciendo que a ese barbudo de naranja le habíamos visto recortar en todas las esquinas y él, como respuesta, se ha bajado los pantalones. Ese ha sido, sin duda, el elemento diferenciador de mi carrera de hoy.

Gracias Bernardo. Va por usted, maestro.

martes, 12 de octubre de 2010

Cosas de la edad




Hoy no he salido a correr, he salido a prácticar una actividad mucho más agotadora: ir a la ofrenda de flores a la Virgen del Pilar con toda mi familia vestidos con el traje regional y... (redoble de tambor), lloviendo. Tras una hora de espera para salir y otra hora de lento peregrinar hasta llegar a la Virgen hemos pasado a la siguiente tradición, la que más me gusta a mí: tomar unas tapas y unas cañas en el bar de todos los años.

(Toque didáctico regional:
Bar El Verrugón: Lo que da el nombre al bar es uno de los cabezudos de Zaragoza.
Tapa recomendada: Madejas, no os vayáis sin probarlas si venís por aquí
Cerveza, la de aquí: Ambar la Zaragozana).

El pensamiento de hoy lo he hecho ya en el bar, así que ni a seis ni a cuarenta (ritmo apróximado que llevábamos con las flores en una mano y el paraguas en la otra camino a la Virgen), el pensamiento de hoy ha sido un pensamiento parado, adecuado a la realidad laboral de los tiempos.

He llegado al bar con ansia de caña y tapa y entre mi padre y yo hemos pedido lo de todos. Hasta que no estaban todos servidos no he dado el primer trago a mi caña, y hasta que no habían comido todos algo y se encontraban tranquilos, no he dado mi primer bocado. He estado pendiente de que comiese mi hija, mi sobrino, mi mujer embarazada, mi cansada madre, mi hermana y, antes de pensar otra cosa, he estado pendiente de que el que está pendiente de los demás en estas ocasiones, mi padre, estuviera a gusto, pero no lo estaba, el vino que había pedido le parecía que estaba "bastante malo", así que, como yo no entiendo casi de vino pero no me disgusta, se lo he cambiado por mi caña.

Después de todo esto y de pedir una segunda ronda (en la que, ya sí, me ha tocado caña) creo que he conseguido comer un segundo bocado.

He hablado con mi padre de muchas cosas, y he tenido el placer y el honor de "casiemborracharme" con él. No he saciado mi hambre de tapas ni mi sed de cañas pero, pese a que era más fácil ser un niño, sentarse al llegar al bar y esperar a que me pusieran mi croqueta y mi cocacola y comérmela tranquilo, ha merecido la pena.

Cosas de la edad.


jueves, 7 de octubre de 2010

Creo que no soy sospechoso.



 Creo que no soy sospechoso de ser radical sin sentido en el tema de los idiomas. Los que me conocéis sabéis que pienso que los idiomas, la lengua, el habla, se inventaron para entenderse. Joder, qué tontería, qué cosa más de perogrullo, pues claro, para qué si no. No lo sé, hijos, y cada vez lo sé menos viendo la cantidad de gente que los utiliza para lo contrario, para desentenderse, o para que te entiendan sólo algunos.

 Vivo en Mallorca, comunidad autónoma española con dos idiomas oficiales: el castellano y el catalán. Por mi trabajo he de tratar con mucha gente que se expresa mejor en mallorquín, y aunque no fuera así entiendo que la gente de aquí prefiere expresarse en el idioma propio de su tierra y que yo debo hacer lo posible por entenderles y por hablarlo, ya que además creo que es bueno aprender cuanto más mejor, y cuanto más útil mejor y a mí me es muy útil hablar el idioma de aquí, porque vivo aquí y, dadas mis circunstancias me es más útil que el inglés, por ejemplo. Así que, después de tres años ya he conseguido que alguna persona se sorprenda al enterarse de que no, no soy mallorquín, he conseguido que, bromeando con mi familia mallorquina, un día mi suegro se pusiera serio y solemnemente dijera bien alto para que lo oyeran todos: "Tu no ets foraster" ("Tu no eres forastero", frase con un significado mucho más profundo del que pueda parecer a alguien que no sepa la connotación de dicha palabra aquí en Mallorca), y he conseguido que un amigo que podría definir como "muy catalanista" me dijera que yo soy más mallorquín que muchos nacidos realmente aquí.

 Y una vez presentado mi currículo diré que me parece una tontada sublime que, en una rueda de prensa de la selección española de fútbol un periodista pida ¡en castellano! (demostrando que sabe hablar dicho idioma) a un jugador que le conteste en catalán, porque las preguntas y respuestas que se hacen en rueda de prensa las utilizan todos los periodistas y haciendo eso lo único que consigues es poner trabas al buen entendimiento de todo el mundo, lo cual, según mi -al parecer- estúpida teoría, es lo contrario del objetivo para el cual se inventaron el habla, la lengua y los idiomas.,




martes, 5 de octubre de 2010

Aprovechemos la crisis.



 Hoy corría con la radio puesta y durante el rato final de estiramientos -momento de aterrizaje en este mundo en el que empiezo a enterarme de algo de lo que oigo- entrevistaban a un político. A cada pregunta que le hacían contestaba con alguna introducción/latiguillo. Las iba variando, lo cual he agradecido porque los hay que no se salen del "Mire usted". Este ha utilizado también el más sucinto "mire", y el "la verdad es que". De estas introducciones hay para aburrir (de hecho aburren): "pues no le voy a engañar", "vamos a ver"... aunque el preferido de los políticos es el enervante y ya mentado "Mire usted". Argh. Lo siento, pero es que yo no puedo evitar escuchar cuando la gente habla, y me saca bastante de mis casillas que nuestros representantes digan tanta tontería en general y tanto sinsentido al inicio de las frases en particular. Que mire ¿qué?, ¿que no me vas a engañar?, me da mal rollo que me lo avises (excusatio non petita...). En fin.

 Y digo yo que podíamos aprovechar y ya que con la crisis estamos todos en plan ahorrativo, podríamos aplicarlo también a la economía del lenguaje y abandonar estos horrorosos latiguillos. ¡Con lo que transmite un silencio ponderativo antes de contestar una pregunta!: aumenta la importancia de la misma al dejarla flotar unos segundos, con lo cual transmitimos respeto al preguntador, refleja templanza al no precipitarnos a contestar e inteligencia al saber rumiar para que no parezca que contestamos cualquier tontería y, sobre todo, si pasamos directamente a la respuesta, da lo que pide sin ambages, con lo difícil que es conseguir eso en esta vida y lo poco que cuesta hacerlo en este caso.

 Una sugerencia es que (sólo a los políticos), hagamos como en la orgía-fondue de queso de "Asterix en Helvecia" cuando se caía el pan a la olla: por cada latiguillo, latigazos.

lunes, 4 de octubre de 2010

Correr para olvidar




 Al final va a parecer que este blog está hecho con el fin de convencer a alguien para empezar a correr.

 El caso es que es una pena que el ejercicio físico nos haga pagar el precio de la pereza y los dolores de las primeras semanas, porque es el mejor ansiolítico del mundo y, como todo ansiolítico, usado en dosis acertadas durante cierto tiempo, antidepresivo.

 No es la primera vez que, a la pereza propia de salir a correr tras un cansado día de trabajo y de familia, o nada más levantarme muy de mañana, se une un momento psíquico delicado, en el que estoy rumiando problemas a los que no encuentro solución y me desesperan. Pese a todo consigo salir. Soy muy disciplinado y me hace ilusión hacer ciertas pruebas y superar ciertas marcas, y para eso se necesita entrenar. Salgo entonces y corro. Entre cuarenta y cinco minutos y una hora y cuarto. Y cuando llego me doy cuenta de que los problemas siguen ahí, sigo sin encontrarles solución, pero ya no me agobian tanto, se han alejado un poco por lo que los veo con más perspectiva, y más pequeños, y menos importantes, y menos oscuros, y más vanales.

 A veces corro con música, otras con la radio, otras sin nada, pero el efecto es el mismo. Me voy de casa y me voy del mundo. Ese alejamiento debe ser algo parecido a lo que se busca con el yoga o la relajación, dejar la mente en blanco, irse para volver, algo parecido al movimiento que hace el sabio fotógrafo con la mano sobre el objetivo de la cámara, desenfoca la imagen hasta prácticamente borrarla para, acto seguido, enfocarla de forma correcta, consiguiendo ver el verdadero color de la escena, los detalles que parecían sin importancia, la sonrisa escondida, el secreto de la foto, de la vida.

 ¿Corro para olvidar? Sí, para olvidar el excesivo y artificial agobio de esta vida demasiado rápida y, la verdad, lo consigo.,