miércoles, 30 de junio de 2010

Anar amb bones






Hoy, mientras corría, pensaba que, como explica el título de mi blog, corro muy lento, y como hace ya un tiempo que, en mi afán por aprender mallorquín, pienso a medias en mallorquín y en castellano, he pensado cómo se dice hacer las cosas lentito en mallorquín (mañorquín, en mi caso) y he pensado que se diría "anar amb bones". Esa expresión, retraducida, literalmente en este caso, al castellano, sería "ir con buenas", y según lo traduce la "Mostra de diccionari Mallorquí" de Antonio María Alcover (un escritor con nombre de calle) sería tratarlo con miramiento y sin violencia.

Bueno, pues la reflexión está servida... ¿vivo como corro?, yo creía que sí, y en este aspecto así es, en la vida voy siempre "amb bones", con buenas intenciones, creo que no tengo dobleces y, aunque mis intenciones a veces no sean maravillosamente nobles, intento explicarlas reconociendo humildemente mis limitaciones y así ir de cara, he descubierto que la mejor arma para que no te pillen nunca en una mentira o para que nadie se entere de algo por terceros es... no mentir y decir siempre lo que sea a la persona indicada, ojo, con diplomacia y evitando herir, y para dejar un oximorónico ejemplo ahora mismo y aquí reconozco que sí, ocasionalmente también miento (creo que son mentiras piadosas) y sí, tengo algún que otro secreto (pocos).

Pero también me he dado cuenta, sufriendo como un perro al subir las cuestas del puig de Santa Magdalena (ya que el recorrido desde mi casa es solapable al que me toca hacer mañana en la pujada a la Victoria) porque además hoy tenía un día especialmente malo por razones que no voy a explicar, que en ese aspecto no, no vivo como corro. Me tenía por un hedonista casi puro, por uno de esos que cogen el placer momentáneo del ahora sin sufrir para esperar bienes mayores, pero corriendo me he dado cuenta de que no, ya que hoy me he proporcionado una gran dosis de sufrimiento que se consolaba en el bien mayor posterior de mañana haciendo una carrera buena y todas las que vendrán.

Qué tonterías pienso cuando corro, válgame.

En resumen y en conclusión, que vosotros, los que corréis tan rápido... no sois de fiar. ;-) .,

martes, 29 de junio de 2010

Ida y vuelta.





Me he ido y me he dado una vuelta por otro sitio:

http://connect.garmin.com/activity/38523588

Me he ido y he vuelto.

He vuelto a superar mi miedo a volar (pese a que me encargue de echarle aliento al avión antes de entrar, y sé que así nada puede fallar), he salido de mi mundo obligado (no, no me mata viajar) pero agradecido al final, por supuesto.

 Ir a mundos diferentes es el antídoto contra la xenofobia, te demuestra que lo bueno es que exista lo diferente y mejor sería si nos inundase aún más y aún más rápido de lo que ya lo hace, así se acabarán de una vez los encerrismos paletos (nacionalismos sin sentido), así entenderemos que las lenguas se hicieron para entenderse, no para desentenderse (pero si es que es de perogrullo, joder) y que mucho mejor saber cuántas más mejor (qué envidia de esos países donde TO-DO el mundo, hasta el más "bajo" habla inglés perfecto) y que si el de al lado no habla lo mismo que yo pero yo puedo hablar lo mismo que él cambiamos a lo que los dos entendamos y santas pascuas (¿es tan difícil?).

 He vuelto a hacer mío un sitio que ni me atraía inicialmente y en el que, como me pasa siempre, al irme, he pensado que podría vivir sin problemas.

 Y no me he podido quitar de la cabeza en todo el viaje la canción de los secretos: "Y no amanece": http://bit.ly/b8Rw7d  porque en un sitio en donde no se hace de noche... es imposible que amanezca (impresionante despertar a las tres de la mañana, descorrer las cortinas y que el sol inunde la habitación).

 He vuelto diferente. Es lo que tiene viajar.,

viernes, 18 de junio de 2010

Mi forma de verlo.



Cada uno tiene su historia personal, pero yo (de momento) no os voy a aburrir con la mía, sólo alguna pista para explicar mi forma de verlo, cómo veo yo esto de correr.

He de reconocer que gran parte del placer que me proporciona correr es el momento de contarlo y, aunque pueda parecer fanfarronería, y en parte lo sea, la cuestión es que cuando lo cuento revivo el momento y me creo un poco más que yo puedo hacerlo. Puedo correr una duatlón y una carrera de diez kilómetros en una tarde, puedo correr media maratón, puedo correr una carrera de montaña de veinte kilómetros, puedo hacer un triatlón sprint... Sé que no ganaré, y sé que si sufro e intento acabarlo más rápido probablemente lo consiga, y adelante a tres o cuatro, pero no, jamás ganaré y difrutaré muchísimo menos, por lo que no merece la pena, ya es suficiente para mí que yo sea capaz de acabarlo.

 Los que no habéis estado enfermos nunca, o imposibilitados para realizar cualquier actividad deportiva seguramente no podréis entenderlo, pero para mí el placer de sentir que puedo acabar... no sé expresarlo, sobre todo pensando en que no sé cuánto tiempo más durará esa puerta abierta, ojalá mucho.

 Con esta pincelada quizá entendáis mejor por qué al final de una carrera, como se ve en la foto, y sobre todo si es una carrera entre amigos, con música, y el animador en el micrófono me conoce por mi nombre y me llama, y me anima, y me dice que entre al ritmo de la música, me da igual si tardo cinco o diez segundos más, en ese momento me embarga la alegría y sí, entro al ritmo de la música, de espadas y bailando intentando de forma ridícula imitar el andar sobre la luna de Miguel, el hijo de Jacobo (Moonwalking de Michael Jackson), porque un poco más tarde, quizás, pero he cumplido el objetivo, he vuelto a acabar, y soy feliz por ello, mucho, creo que la imagen lo expresa sobradamente.

(Foto cortesía de María Maura).,

martes, 15 de junio de 2010

Lo importante es el contexto...

Ayer, después de haber hecho duatlón y carrera de diez kilómetros en la misma tarde, decidí salir a correr tranquilo, sin mirar el reloj, relajado. El día acompañaba puesto que no hacía mucho calor, y eso, dadas las fechas, se agradece mucho. Como iba tranquilo supongo que ayer tocaba pensar, también, cosas relajadas, así que, sin querer, lo que me vino a la cabeza fueron cosas graciosas, lo que yo llamo "chistes oportunistas", me encantan, son esos chistes que necesitan de un contexto espacial y temporal para ser entendidos y, por tanto, no valen para todo el mundo en todo momento, y recordé unos cuantos.

Contados aquí y ahora no tienen la gracia que tenían en su sitio y en su momento, quizá ni siquiera tengan gracia alguna, pero dadas las tonterías que pienso cuando corro y, por tanto, las que escribo en este blog, esta entrada no quedará mucho más abajo de la altura a la que suelo estar.

Hilando pensamientos lo primero es recordar quién y cuándo nos explicó que lo importante es el "conceto", aunque yo hoy gire alrededor de que lo importante es el contexto:

El conceto

http://www.youtube.com/watch?v=F6s1xHSb4vI

Y entrando ya en los chistes temporoespaciales, recuerdo cuando en Zaragoza decíamos que le habíamos cambiado el prefijo a Madrid, que ya no era 91, que era 6-1:


http://www.youtube.com/watch?v=PGSN0bX7HmY


Cosa que ya habíamos hecho unos cuantos añitos antes con el prefijo de Barcelona, pasó de 93 a 6-3:


http://www.youtube.com/watch?v=m9PQnyzisoI


Entre medias hubo quien cambió la frase de este anuncio por otra:


http://www.youtube.com/watch?v=KqLq--gFoDc


En vez de: "Y el Madrid ¿qué?, ¿otra vez campeón de Europa?", decían: "Y el Valencia ¿qué?, ¿otra vez subcampeón de Europa?"

http://www.youtube.com/watch?v=Y9KT1elcRPs

http://www.youtube.com/watch?v=BXaVKw8mL6c

Para los que vivimos la infanto-adolescencia a finales de los ochenta y recordamos el bulo que se corrió por todo el país con el programa Sorpresa-Sorpresa y Riki Martin escondido en un armario esperando a dar la sorpresa a una niña que... al llegar a casa se ponía a hacer cosas impropias, nos hizo mucha gracia que cuando este confesó que era homosexual saliera un grupo en el  Facebook llamado: "Riki Martin sale del armario y se encuentra a la chica de la mermelada".

Y para acabar:

http://www.youtube.com/watch?v=iqEQJ7lZTwc&feature=related

Los que vivíamos en Madrid recordamos que cuando pasó esto coincidió con dos o tres días de tiempo benévolo en pleno invierno, y poco después comenzó de nuevo el frío, y la gente, jocosamente por la calle decía: "Demonios, qué frío hace desde que apagaron el Windsor".


Seguro que vosotros tenéis más.

sábado, 12 de junio de 2010

Cuando no sabes que decir



Qué difícil es acertar con las palabras a veces, de hecho, creo que hay situaciones en las que es imposible.

Tengo cerca una persona que está muy triste, hace poco se murió su mejor amigo y... ¿qué le puedes decir a alguien en esa situación?, nada, o muy poco. Yo he intentado que el poco tiempo que he pasado con él, al menos lo pase pensando en otras cosas. Necesita tiempo, es lo único que ayuda, en esos casos, a volver a tener fuerza para vivir como antes, por eso le pregunto por otros temas, le cuento mis tonterías...

También le he dicho que en casa rezamos por él (por ellos, también he metido a su pareja, que tiene razón doble para estar triste al verle así a él), y no es tontería, porque en mi casa hay una niña de cuatro años, y todos sabemos que los niños tienen hilo directo con Dios, y Dios con ellos, no hay más que verles, rezuman Dios por todos los poros.

Pero creo que cuando más le he transmitido mi pesar y mis ganas por volverle a ver feliz ha sido con los abrazos, los apretones, los gestos cariñosos al pasar, las miradas... todo silencioso, ahí han sido los únicos momentos en los que he sentido que le transmitía algo de verdad.

Hay otra persona que acaba de hacer una carrera que consiste en caminar todo lo que puedas durante seis días, se le podían mandar mensajes por internet, y le he mandado unos cuantos, pero pienso que posiblemente, como mejor le he transmitido mi admiración por él, mi apoyo, mi entusiasmo, mi "no entiendo cómo puedes hacer esto, estás loco chaval, pero tienes mi respaldo, porque aunque te conozco poquísimo me alucinas por varias razones" ha sido, más que con los mensajes (poco más que "ánimo campeón, tú puedes...") con la iteración de los mismos y la transmisión de mi atención e interés hacia él.

Hay un montón de compañeros corredores que me maravillan y quisiera conocer más, cada uno tiene algo que lo hace especial, en las carreras siempre vamos a matacaballo y nunca tengo tiempo de profundizar. Espero que la mirada de inmenso respeto y admiración que acompaña las pocas palabras que me cruzo con ellos, tipo: "Suerte en la carrera", "¿Qué tal sensaciones has tenido?"... o cosas así, sea capaz de transmitir la gran suerte que considero que tengo de poder compartir un rato de mi vida con ellos.

Cuando no sabes que decir, no digas nada, seguramente hay cosas que expresan mucho mejor que las palabras eso que estás intentando transmitir.

viernes, 11 de junio de 2010

¿Cómo quieres que vuele bien si no le has dado aliento?

Recuerdo perfectamente haber dicho esto una vez a alguien (no sé quién era ese alguien, es uno de mis primeros recuerdos) tras un vuelo decepcionante de un avión de papel al que, previamente, el nebuloso coprotagonista de la historia no había “alentado”.

Cogías el avioncito con dos dedos, le dabas la vuelta y metías en tu boca todo lo que de él cupiera enfocando la punta hacia tu garganta y hacías “hah, hah” echándole aliento dos veces, dos, ni una ni tres, dos, porque si no, ¿cómo iba a volar bien?... claro.

Bucearía más profundo en este pensamiento preguntándome por qué la vida, cuando nos hacemos mayores, nos tiene que arrebatar tantas cosas, y sobre todo una fundamental, simbolizada en no creer ya, que un avioncito vuele mejor o peor dependiendo de la calidad de las exhalaciones, de lo profundo que lo introduzcas en la garganta o de la concentración mental que se pusiera en ello: la fe.

La verdad, vivía mejor con fe, y no sólo en Dios, quizá esa fue la última que perdí (o no me atrevo a pensar si he perdido), odio haber perdido otras más simples, y, seguramente por ello, más maravillosas: los reyes magos, el ratoncito Pérez, las hadas, la suerte del principiante, la del campeón, la de la fea, la fe en que todas las heridas se curan con mercromina, o mejor, con un beso de mamá, creer que los futbolistas sienten los colores, que si llegaba más alto podría hacer más bien, que el amor... o la amistad duran para siempre...

¿Como quieres que vuele bien, si no crees que, dándole aliento, volará mejor? Quizá si encontramos cómo volver a creer, consigamos volar mejor.

(En esta entrada recogida del pasado me conformaría con que alguien me contara si tiene alguna idea de qué sentido tiene dar aliento a un avión de papel antes de lanzarlo).

miércoles, 9 de junio de 2010

El código puk

Seguiré con las explicaciones fisiológicas simplificadas, lo prometo, de hecho ha quedado pendiente una pregunta de Blanca, pero hoy quiero reflejar aquí otro tipo de pensamiento que me asalta cuando corro. No todo es útil (¿algo lo es?) o trascendente, mucho es... ¿absurdo?, ¿surrealista?

No me preguntéis por qué, pero lo de hoy no ha sido un tema, ha sido un concepto, y él, por si solo, quedaba tan bien en el título que me ha sugerido una pequeña y tonta reflexión, con la única excusa de ponerlo de titular, porque me gusta como queda, tiene fuerza, tiene equilibrio, tiene lo que necesita un protagonista y, sin embargo, es el gran olvidado, el gran actor secundario... no es el código da Vinci, ni el código rojo, ni siquiera es el PIN... él es... el código PUK.

El PIN es el Personal Identification Number, el número que escogemos para encriptar lo que sea, nuestra tarjeta, nuestro móvil... y se supone que el PUK (Personal Unlocking Key) es el salvador en caso de que olvidemos el PIN, pero... ¿que le hizo pensar al (nunca suficientemente reconocido ni loado) inventor del PUK que, si habíamos olvidado al actor principal y no éramos capaces de recordarlo en tres intentos, recordaríamos al secundario, por mucho que tuviésemos diez (número de intentos establecido para el PUK)?

El PIN es un número (number), el PUK una llave (key).

El PIN suena cursi (pin... pin...) el PUK tiene fuerza, suena a golpe: ¡¡¡¡PUK!!!!, esas dos primeras letras le confieren gravedad, firmeza,mecagüen la PUK... 


Yo, desde mi acostumbrado sitio de atrás, de los segundones, de los olvidados (por muchas, hasta diez veces que intenten recordarnos), de los que llegan a meta cuando ya han quitado los conos o la esterilla del chip, desde esta atalaya mía a seis minutos el kilómetro en el mejor de los casos, te reivindico, número PUK, algún día los PIN del mundo morderán el polvo y se reconocerá nuestra importancia.

VIVA EL PUK.,

lunes, 7 de junio de 2010

Hagamos sangre

A ver si esta entrada me sale como quiero, sencillita.

Pensaba hoy, mientras corría con el calorazo y mi camelbak con agua, que igual podía explicar muy sencillamente el mecanismo por el que nos deshidratamos corriendo, por qué no hay que reponer sólo agua y por qué se hacen ciertas cosas popularmente (como tumbar a alguien con las piernas en alto) de forma correcta, o incorrecta a veces. Parece fácil, y lo es, pero se puede complicar un poco y explicar un poco más profundamente.

En el cuerpo hay tres recipientes, serían como tres vasos comunicantes:

 1. El espacio intravascular, es decir, las arterias y las venas, por dentro del cual va la sangre.
 2. El espacio intersticial, es decir, el pequeño espacio que hay entre los vasos (arterias y venas) y las células.
 3. El espacio intracelular, es decir, dentro de las células.

La cantidad de líquido que hay dentro de los vasos, es decir, la cantidad de líquido que lleva la sangre, o más sencillamente: la cantidad de sangre, se debe mantener más o menos constante pese a las entradas (lo que bebemos y comemos, que la comida lleva mucho líquido también) y las salidas (lo que... evacuamos, tanto por un sitio, como por otro, como por el sudor y... todo tipo de secreciones).

La cantidad de líquido que tenemos en la sangre es importante para que la presión que produce el corazón bombeando sea suficiente para llegar a los órganos, es pura fontanería, si nos deshidratamos hay menos líquido, por tanto menos presión (o vulgar e incorrectamente dicho: "tensión", como cuando hay poco líquido en las tuberías y en los pisos más altos no llega el agua en una casa), nos baja la presión y nos mareamos, porque la sangre llega con menos presión a la cabeza (el piso más alto), es decir, llega menos, y por tanto las neuronas quedan desasistidas y nos mareamos. Por eso tras las carreras cuando alguien se deshidrata le damos la vuelta a la casa, ponemos los pisos bajos y poco importantes arriba: lo tumbamos con las piernas hacia arriba, para "robar" sangre de ellas, facilitando su llegada, por la ley de la gravedad, al corazón y de ahí a la cabeza (los pisos altos e importantes, que ponemos abajo para que les llegue bien la sangre).

Seguiré, ¿va bien?, ¿sirve de algo? ¿paso de esto? .,

jueves, 3 de junio de 2010

Raras avis

Es una pena que lo normal sea titular esta entrada así cuando, de lo que voy a hablar, son de trabajos bien hechos.

Arriesgarse merece la pena, acabas encontrando más gente buena que mala, compensa. Esto viene a cuenta de que me he arriesgado a comprar un teléfono por e bay, y el vendedor ha sido puntual, amable, y preocupado por que todo fuera bien. Ha ido mal, pero no por su culpa, el teléfono estaba precintado y ha salido con un defecto. Está gestionando para cambiarlo, y si no lo cambian me ha prometido que él lo asume o me devuelve el dinero, y visto cómo ha hecho las cosas hasta ahora, sé que lo hará.

El servicio de salud de las islas baleares pone a disposición de sus profesionales una biblioteca virtual en la que podemos conseguir absolutamente toda la bibliografía sanitaria disponible en el mundo gratuitamente (bueno, pagada por los impuestos, nunca tan bien utilizados), y lo consiguen de forma... no rápida, fugaz, y siempre están disponibles, y su amabilidad te hace pensar que estás viviendo una película de ciencia ficción.

Si corres una carrera en Baleares (practicamente ya todas), por un módico precio alquilas (o más módico aún si corres bastantes y lo compras) un chip que capta en qué momento sales de la línea de salida, pasas por algún punto intermedio y llegas a la meta, de forma exacta. Actualmente cuando llegas a casa lo normal es que ya tengas tus tiempos colgados en internet. De los que están dando la cara, al menos los dos que yo conozco (MITO y Magdalena) sólo puedo hablar maravillas. (Añado a Victor, al que he conocido personalmente hoy y me ha hecho el favor de dejarme correr sin chip y meterme el tiempo a mano para que saliese en la clasificación).

Cosas así hacen que no se acabe de perder del todo la fe en la humanidad.,

miércoles, 2 de junio de 2010

Solo no puedes, con amigos sí.

Eso decían en el maravilloso programa "La bola de cristal", el cual tuvimos la suerte de poder disfrutar los que anduvimos por los ochenta entre la infancia y la adolescencia. Pues eso me pasa a mí con los entrenos, sólo no puedo, con amigos sí.

Porque solo cuesta mucho más salir, y a veces tanto que ni sales. Si has quedado te obligas, te apetece más, o no te queda otra porque no quieres fallar.

Porque solo corres demasiado, es difícil hacer los entrenos a un ritmo al que puedas hablar (y los rodajes -dicen los que saben- deberían ser así), porque no tienes con quién hacerlo, pero con amigos sí, y eso te hace poner el ritmo y las pulsaciones adecuadas, además de los beneficios que reporta aligerar la cabeza del largo día de trabajo y las presiones de todo tipo (sí, familiares también).

Porque solo vas solo, y con amigos vas bien acompañado.

(Solo también se puede. Lo  hacemos la mayoría de las veces, pero qué bueno hacer un rodaje lentito con un amigo).

 Gracias Per Antoni.,

martes, 1 de junio de 2010

¿Dónde miras cuando corres?, y ¿qué ves?

Yo me he dado cuenta de que miro al suelo, pero no veo nada, porque voy pensando, o no, pero no estoy en este mundo. Quizá me sirva para, sin ver, esquivar los baches, las cacas de perro... pero he probado, a ratos cortos y cuando tenía camino conocido por delante, a cambiar la perspectiva...

... y he mirado al frente. Ayuda a mejorar la técnica, el cuerpo se coloca mejor, los hombros se relajan y las piernas se elevan más, diría que hasta los brazos se balancean más apropiadamente, pero como voy lentito las cosas que veo tardan en llegar y me pongo un poco nervioso... tengo que trabajarlo.

... y he mirado arriba. Mirando arriba siempre encuentras cosas sorprendentes, pisos que quizá te gustaría ver y resulta que están en venta o en alquiler, pájaros en los árboles, los propios árboles, el cielo... si miro arriba cuando corro me voy (aún más) de este mundo. No es cómodo y se aguanta poco, la cabeza siempre quiere mirar al camino, pero os recomiendo que lo probéis, a mí me surge, sobre todo, una pregunta ¿qué o quién hay ahí arriba?, quizá mirando y mirando algún día lo vea.,