jueves, 5 de agosto de 2010

Crónica de una caída (VII) [Táte quieto].





 Si, como fue mi caso, sangras "bastante" pero son venillas superficiales, en principio tienes tiempo de limpiar un poco antes con suero y gasas estériles (o no tanto), buscar los puntos exactos de sangrado (tal como iba yo de sangre por todo el brazo me costó un rato encontrarlos) y taponar con gasas. Corta las pulseras que lleves por mucho cariño que les tengas (sí, os lo podéis creer, las corte todas), y en caso de que lleves alianza, quítatela rápido si no quieres que te la acaben cortando también, por si acaso.

Una vez evaluado el sangrado (lo primero) y la movilización de las articulaciones (esto por curiosidad, más que nada), puede que creas que no te has hecho nada, puede que te estés cagando en todo por lo bien que ibas y la ilusión que te hacía acabar la prueba un año más, pero por Dios, no hagas lo que hice yo, ¡quédate quieto y espera que vengan a atenderte! (sí, lo de bajarse andando unos quinientos metros diciéndole a todo el mundo que estaba bien fue una soberana estupidez, más que nada porque se acaba bajando el calentón y acabas viendo que la sangre sigue saliendo y empiezan a aparecer los fantasmas...).

Bien, en caso de sangrado lo has taponado, puedes moverte (en principio), vale, pues en ese caso, hayas visto muchas películas, hecho muchos cursillos, te hayas leído la crónica de la caída de Sixto y te haya quedado todo muy claro, seas médico, cirujano, o nobel de medicina ¡deja que otro tome las decisiones!, cuando el paciente es uno mismo el raciocinio desaparece...

(Continuará...)

1 comentario:

  1. ya no duermo... me hablan de fantasmas y me acogono!!

    cuando llega el capitulo en el que se lian los cuñados?? jejeje.. nosotros nos reimos, pero hay que tomarselo muy en serio...

    ResponderEliminar